“Apenas te veo así un instante, me quedo sin voz, se me traba la lengua.
Un fuego penetrante fluye enseguida por debajo de mi piel.
No ven nada mis ojos y empiezan a zumbarme los oídos.
Me cae a raudales el sudor, tiembla mi cuerpo entero,
me vuelvo más verde que la hierba”.
Safo de Lesbos
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